He empezado a ver Sexo en Nueva York, la serie.
La verdad es que no sé qué he hecho durante todo este tiempo posponiéndola y ahora de repente esa duda se resuelve. Me tenía que acompañar en esta etapa de mi vida.
No soy muy buena enganchándome a películas, series, sagas o cualquier cosa que tenga que ver con mantenerme sentada durante el tiempo suficiente como para que considere que no es tan beneficioso para mí. Pero me equivoco, (y qué gusto me da últimamente equivocarme haciendo algo). Esta serie está siendo mi zona de confort, imagino que por eso que dicen que te provocan las series; empiezas a empatizar con los personajes, te adentras en sus realidades y de cada vez más, esas historias que en paralelo a la tuya se están reproduciendo, ocupan un lugar en alguna zona de ti en la que se siente bien, se siente como en casa.
Además, creo que estar a punto de cumplir 27 años hace que empezar ahora esa serie sea incluso más especial. Entiendo todo, abogo todo, me sorprende todo y a la vez siento que no soy capaz de juzgar nada de lo que pasa, porque es un mero reflejo de la vida en sí. Cada una de las protagonistas es su propia protagonista, y a esto último es a lo que estoy aprendiendo durante esta nueva etapa de mi vida.
Es algo que muchas veces he aconsejado, “sé tu propio eje, deja de girar en torno al otro”, y es algo que, lamentablemente, muchas veces también he decidido dejar de escuchar. De hecho, diría que dejé de girar en torno a mí hace ya demasiado tiempo. ¿Y qué pasa cuando de nuevo vuelves a hacerlo? ajá, todo se destapa y te das cuenta de las circunstancias, personas y cosas en general a las que en esa situación de autodesconexión, te conectabas.
Por suerte, esta vez ha sido menor la consecuencia de estar menos en mí, menos ubicada, menos clara o menos decidida, y el motivo es que en el fondo, no lo estaba.
Eran las 14.30h y decidí salir de casa después de estar toda la mañana sumergida en mis quehaceres, últimamente me estoy tomando las cosas a mi ritmo, pero literal. Lo de despertarme sin alarma llevo tiempo haciéndolo, pero ahora es como más notable que nunca. Hay mañanas en las que son las 09h y aún me dejo envolverme en la cama y hay otras en las que a las 05h ya estoy con ideas en mente y ordenador en mano. De esa forma, ayer me planté en la cafetería a la que voy cuando necesito estar especialmente concentrada en algo. Es genial, las sillas encajan a la perfección con la altura de la mesa y son lo suficientemente cómodas como para que mis piernas puedan cambiar de posición tres o cuatro veces y volverlo a hacer tres o cuatro veces más. Estuve trabajando, pensando y escribiendo hasta que de repente recibí un mensaje; -¿lista?
No lo estaba, pero ahí me planté en nuestra cita semanal.
Comencé a contarle lo que rondaba por mi cabeza esta semana ha sido emocionalmente divertida. Estoy viviendo más cosas dentro que fuera y sobre todas ellas estoy aprendiendo como nunca. Tengo la sensación de que este momento vital es de verdad el punto de inflexión (puede que uno de muchos de los que habrá) que recordaré siempre. El tiempo pasa suave y cariñoso, soy capaz de relativizar todas las cosas por las que antes inconscientemente reaccionaba y ahora, o al menos de cada vez más, entiendo todo lo que me pasa, lo que me ha pasado y que probablemente me pasará. Me acompaño, digamos que me estoy aprendiendo a acompañar y es todo un viaje, sobre todo cuando lo sientes como la primera vez, sobre todo cuando te das cuenta de que todo lo que has estado haciendo hasta ahora nada tiene que ver con lo que te conecta realmente con tu bienestar. Imagino que de eso se trata, de probar hasta que das con ello, de equivocarte hasta que por fin te sale el acierto. Últimamente me reconozco más que nunca en todas las cosas que he vivido y en las que estoy viviendo, y me encanta. Me encanta hacerlo, me encanta verme desde fuera y me encanta no tener la necesidad de juzgarlo, de alabarlo o de hacer lo que sea con ello.
Los sentimientos se pueden despistar, pueden silenciarse por otros que se muestran aparentemente más interesantes o fuertes, pero siguen estando, siguen viviendo y se siguen dando igual de intensamente que como los dejaste. Y pasará el tiempo, pero la cabeza siempre tendrá un hueco para lo que el corazón inevitablemente decide seguir sintiendo.
Justo a eso es a lo que más estoy aprendiendo,
y ese es uno de los mayores retos para mí, porque existe tanto espacio en mi intimidad que se me olvida lo necesario que es mover las fichas en el juego. Como os decía, mi cumpleaños es pronto y tengo un pequeño ritual para todos esos cumpleaños que paso fuera de un lugar que conozco, lejos de las personas que me quieren y con la total libertad de poder hacerlo como me apetezca en ese momento.
-Empiezo por escribir sobre las cosas que me hubiera gustado no estar escribiendo y acto seguido, intento bajar a tierra el modo de poder ejecutarlas. Si echo de menos, decirlo, además de hacerlo. Si me arrepiento, decirlo, además de hacerlo. Si me gustaría que algo fuera diferente, ver si hay alguna opción para que sea diferente, en vez de fantasear con ello.
-Después de eso, intento ordenar tres o cuatro cosas que me gusta hacer en mi día a día y que necesito, y me comprometo a hacerlas aunque mi cabeza perciba ese día como un día en el que todo lo que haga tiene que ser algo más especial. Me he dado cuenta de que, no hay nada más especial que lo que en el día a día me mantiene feliz, estable e inspirada. Escribir una página como si alguien fuera a leerla, hacer algo de deporte, darme una ducha mientras le hago los coros a Leona Lewis, vestirme desenfadada, pero seria, hablar con alguien con quien la conversación acabe en; “te quiero mil”, comer lo que sea que me apetezca y que el último bocado sepa a chocolate. Se me ocurren mil cosas rutinariamente especiales.
-Acto seguido, escojo algo nuevo. Hace dos años pasé mi 25 cumpleaños en Ciudad de México, dije que me quería comprar un nuevo pijama, eso sería lo nuevo que incluiría en ese momento vital. Guess what? No lo hice, pero bueno, ya os contaré más adelante el motivo de porqué. Este año, también voy a incluir algo nuevo y ya adelanto que va a ser apuntarme a clases de voz. Aún me estoy debatiendo entre si para cantar o para locutar, las dos opciones me apetecen igual, así que probablemente el 12 de junio sienta la verdadera señal de en qué embarcarme.
-Hacer 108 saludos al Sol. I know, it’s weird, pero es ya costumbre. Eso empecé a hacerlo también hace unos años. Me planto en mi esterilla y empiezo a repetir los mismos movimientos durante 108 veces. No preguntéis, es algo que simplemente hago, imagino que tiene que ver con materializar y manifestar el compromiso, la constancia y la decisión en hacer algo. Y que todas esas cualidades quiero que un año más me acompañen. Creo que para este punto es para lo único que hubiera agradecido ser sagitario, creedme que hacerlo en verano y sudar como yo lo hago lo convierte en una experiencia sideral.
-Renuevo la lista de promesas y repito las que estaban en la lista del anterior año y que aún, por el motivo que sea, no se han dado. Normalmente pongo el número de deseos del número de años que cumplo y no me complico en exceso con ellos, pido todo lo que me apetece y en el último, deseo poder seguir añadiendo uno más el siguiente año.
-Por último, si estoy lejos de casa y lejos de las personas de mi vida, hablo con ellas, las abrazo telefónicamente y ese día estoy especialmente amorosa, así que bueno, intento también transmitirles todo ese amor a pesar de que estemos lejos. También me gusta volver al álbum del móvil y rescatar las fotos borrosas que tengo de cuando era pequeña. Las contemplo con nostalgia, intento recordar algunos momentos, me río de ellos y continúo fascinándome con lo mágica que es la vida y el paso del tiempo.
Hasta aquí puedo leer, cumplir años se ha convertido en el día en el que más necesito de mi cuidado y de mi bienestar. Hay quienes necesitan el calor de los suyos para celebrar y luego estoy yo, intentando demostrarme que un año más he sobrevivido a mis montañas rusas, a mis impulsos, a mis momentos de tristeza y de profundo anhelo y a mí misma, con quien de cada vez se está volviendo más emocionante y apetecible estar.
Cumplir años con el amor de tu vida solo te requiere a ti, a nadie más.
gracias a ti por tus palabras amor, estamos en el mismo barco siempre💌
gracias por ser una de esas personas que se abren en canal, que sienten la vida en su pura esencia. Me has ayudado. Últimamente me estoy sintiendo mal y necesitaba leerte.